30º aniversario de la LISMI

La LISMI a sus 30 años

Por Francisco Vañó Ferre, Diputado del Partido Popular

21/05/2012

Parece que fue ayer que celebramos en el Congreso de los Diputados, la sede de la soberanía del pueblo español, el 25 Aniversario de la Lismi.

Lo hicimos con satisfacción  pero con un cierto sabor agridulce. Fue así porque los que estuvimos presentes en aquel entrañable acto,  éramos conscientes de que no se había logrado desarrollar la famosa Ley en su totalidad. Sabemos que todo lo que hacemos las personas es susceptible de mejorar y que es condición humana el tener defectos, pero a mí que me gusta ver la cara positiva a las situaciones; he de reconocer que la valoro positivamente a pesar de lo que estoy diciendo.

La valoro porque fue la primera vez que la discapacidad era la protagonista principal y en exclusiva de una Ley; la primera vez que ésta entraba en las Cortes en España y casi la primera vez que las personas con discapacidad entrábamos a que se nos considerase ciudadanos, y diré con la boca pequeña que con los mismos derechos y deberes que el resto de los españoles.

Sé que se le acusó mas tarde de ser una Ley gueto que con el tiempo se había convertido más en una declaración de intenciones que en una ley que había que cumplir. Sí, pero a pesar de ello se debía empezar por algún sitio y esto, las personas con discapacidad de entonces lo teníamos como un  buen punto de partida.

Había que situarse en la época, la de los primeros años de la Democracia donde el desarrollo, en algunos aspectos como era el de la discapacidad, todavía quedaba pendiente. Éramos personas de las que ocuparse, destinatarios de servicios benéficos; había que aceptar todavía con cierta resignación que tener alguna minusvalía, palabra al uso por aquel entonces, era culpa de la persona con discapacidad.

Y empezaba el movimiento asociativo a cuajar, a tomar el protagonismo de su propia historia a pasar a ser aspirantes a acceder, al entramado social en igualdad de condiciones. Se le exigía a la sociedad que nos abriese las puertas, que nos hiciese accesible la educación, el empleo y el desarrollo personal en todos los ámbitos.

Con la Lismi se ponían las bases para conseguir esa incorporación de los llamados “minusválidos”   al entramado social. Y los que en aquella época pasamos por el proceso de tratar de incluirnos en la vida cotidiana, veíamos que a través de esta Ley, se creaba una conciencia política y en consecuencia social para allanar el camino que nos quedaba por recorrer.

Después de 30 años no estamos como Alicia en el País de las Maravillas pero hemos progresado, y mucho se lo debemos a la siembra que supuso su promulgación.

Francisco Vañó Ferre, Diputado del Partido Popular, es Portavoz en la Comisión De Políticas Integrales de la Discapacidad